Canatlán

Heriberto Ruiz Ruiz

La inspiradora trayectoria de un detective ejemplar y director de policía
Por Marco Gallegos

En la década de los años 50´s un ciudadano canatlense se formaba como detective siguiendo su vocación que le manifestaba un llamado hacia el cumplimiento de las leyes y la justicia. Fue en el Instituto de Ciencias Políticas de la República Mexicana donde obtuvo su certificado oficial como Detective Privado en 1957. Heriberto Ruiz Ruiz sirvió para las fuerzas del órden público tanto en el estado de Durango como en nuestro vecino estado de Chihuahua convirtiéndose según lo comentan los tabloides de la época en «el terror de los delincuentes». 

Al desempeñarse como jefe de policía dió resultados extraordinarios, logrando la aprehensión de un considerable número de personas poco respetuosas de las leyes y las buenas costumbres. Como era de esperarse, su carrera dentro de las fuerzas policiales no fue nada fácil, adjudicándose como gajes del oficio una cantidad importante de enemistades de personajes de baja calaña, lo cual fué motivo de consideración por parte del detective Heriberto, quien a su vez, desarrollaba a la par, actividades económicas que le permitieran transitar hacia un estilo de vida dedicado al comercio, lo cual llegó a ver cristalizado cuando por propia cuenta presentó en la vecina ciudad de Parral, Chihuahua, su renuncia como inspector de policía con carácter de irrevocable, a lo cual, el alcalde se manifestaba en contra de dicha decisión, ya que no era nada fácil en aquellos momentos encontrar un sustituto a la altura de esos resultados.

Lamentablemente en noviembre de 1960, mientras se desempeñaba como jefe de veladores de la empresa San Francisco Mines fué emboscado junto con el cabo del ejército nacional Juan Rodríguez Prieto. Una trampa muy bien planeada para terminar con la vida de quien se ganó la enemistad de las personas equivocadas por dedicarse a una de las profesiones más difíciles en aquellos tiempos y en la actualidad. 

Heriberto Ruiz Ruiz pasó a la historia como el más implacable perseguidor de delincuentes en el norte del país, un canatlense de fuertes convicciones, una personalidad de liderazgo y una iniciativa de superación dignas de admirar y recordar. Sin duda una herencia para las nuevas generaciones canatlenses.